Villaverde (Amieva), Lucas BLANCO

«¡Viva el aguinaldo, vivan los aguinalderos, viva Sebarga y que vivan los sebarguinos!» De esta manera hacían su particular carta de presentación los doce mozos que ayer prefirieron contribuir al mantenimiento de una tradición ancestral antes que dormir la mañana tras una noche de festejos.

Apenas había salido el sol cuando los jóvenes cogieron sus caballos desde la localidad de Santoveña con el objetivo de recorrer todas las casas de la parroquia amievense de la Vega de Sebarga para felicitarles la Navidad a sus vecinos, interpretando varios villancicos a cambio de una recompensa en forma de todo tipo de alimentos y bebidas y algún que otro billete.

Por delante, un largo recorrido de varias horas con paradas en los hogares de Santoveña, Eno, Cirieñu, Santolaya, Arnañu, La Mollera, La Vega y Villaverde. Precisamente en este último es donde tuvo lugar uno de los altos más amenos. Las hermanas Laura y Zaida Rodríguez salieron a recibir los mozos acompañadas con su gaita y tambor para poner la nota folclórica de la mañana interpretando temas como el propio himno de Asturias. Esto fue correspondido por los mozos que, además de los clásicos villancicos y los cánticos propios de la celebración, incluso se atrevieron con temas más modernos como «Un velero llamado libertad», de José Luis Perales. Todo ello ante la atenta mirada del vecino Bernardo Pendones, que a sus 92 años no quiso perderse el espectáculo junto a su familia. «Son tremendos», comentaba Pendones, mientras recordaba alguna anécdota de su etapa de aguinaldero y echaba la mano al bolsillo para dar un buen puñado de billetes a Javier Ordóñez, encargado de la recaudación.

Una costumbre que parece haber vuelto a arraigar una década después de su recuperación y tras más de cuarenta años olvidada. «El primer año que lo hicimos nos dimos cuenta de lo bien que lo pasaba la gente de antes», comenta el ya casado Juan Luis Corrada, mientras espera con nostalgia el paso de sus antiguos compañeros de aguinaldo por el pueblo de Pen.

Todo con el propósito, como manda la tradición, de obtener el mayor número de donaciones para financiar una gran cena con baile que reunirá a solteros y solteras en la víspera de Reyes y en la que quién sabe si quizás se fragua una futura boda que haga perder algún jinete para el próximo año.

Sin embargo, también hubo quien quiso romper un poco con la tradición, pues como novedad en esta ocasión varios participantes decoraron los caballos utilizando elementos navideños para dar mayor ambiente propio de estas fechas a la celebración. «No pasa nada por cambiar alguna cosa, todo sea por seguir haciendo la fiesta llamativa para los jóvenes de aquí», defendían varios mozos que ataviaron a sus caballos con unos ramos hechos con guirnaldas.